miércoles, 6 de noviembre de 2013

heridas raras


Se acerca el estímulo de caer en la sombra de peces y de heridas raras. Casi como si conocieras el instante, casi como si pudieras meterte en ese instante de árboles y nubes que se hacen vapor en el pecho; el estado en el que se funde la materia.

Llega condensado el silencio.
La misma espera que sube desde lo hondo, se calma en la rapidez.


 el caos del abismo 


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En el ácido del pasto frío, comenzó a molestar el adentro
Se encontraron las fuerzas que caminaban en mi cabeza.
Escuchá como hablan los árboles, saben que te quiero y me juzgan por enredar las cosas.
Yo no inventé el amor, apenas puedo entenderlo.

Llueven nubes que se mezclan con mis ojos y mis plantas.
El suelo se incendia y no puedo apagarlo.

En este silencio encontré otra forma de llorar. 

jueves, 24 de octubre de 2013

cristal que arde

agité las aguas sin ver donde ponía mis pies
sos un salto en blanco de la noche que te hizo hijo
el cielo se apago de estrellas y de lunas chicas
pero igual podíamos vernos

te quiero tanto que se preguntan los valles y las piedras de donde venís
me veo en vos porque sos el cristal que arde

anochece y sube el frío de nuestros dedos
que se entrelazan desde la pieza de escaleras raras  y alfombra azul
se entrelaza el tiempo y el cordón que sale de mi panza
y llega hasta la tuya

quise atraparte como a un tesoro

llegaste desde el fondo y en el fondo surgís de nuevo
me aquieta tu mano
me vuelve líquida
estás en la sangre que despierta cada día
vos y todos los detalles.


jueves, 21 de marzo de 2013

nido

el silencio agigantaba el grosor de las ramas
la siesta trepaba el calor del follaje.

inventé un cuento con todas las sonrisas que me diste
y todas las noches que me hiciste dormir
te conocí en los abrazos

parecida a muchas otras
el oído se detiene a rastrearlas
hay una canción que comparten
las notas, las palabras, son las mismas
los latidos reconocen las cadencias
y los abrazos

tambor de leche sonando
en las mediasombras de la siesta
se enredaba el cabello ondulado
ardían las orejas al sol
me diste un nombre
y me aferré a la idea de plumas escarchadas

estaba frío cuando nos despedimos
te pedí las manos
estaban heladas y ásperas
me contaste de tu cicatriz en el jardín
sentadas cerca del floripondio
dió campanas para las abejas por cuatro veranos más

palmas y nubes ciruelas
el amor viajo a través del polvo estelar

hasta atravesarme